lunes, 2 de febrero de 2009

Pretenden sacar de circulación las motos

En esta nota se demuestra que detrás de la medida de controlar los cascos a los motociclistas se esconde la pretensión de la comuna capitalina de beneficiar a empresas de colectivos de las que Alegre sería dueño.
Por Facundo González Pardo

Hace unos días, finalmente la municipalidad se puso “firme” y comenzó a controlar la documentación de remises y motos y a cuidar que los motociclistas lleven casco. La preocupación, compartida por toda la ciudadanía, tiene sin embargo su lado oscuro, ya que no se controla con el mismo celo que los colectivos que circulan por las calles de Santiago tengan aprobada la revisión técnica, que estén limpios y en condiciones.

En efecto, muchos de los colectivos que diariamente aguantan los sufridos pasajeros santiagueños, la mayor parte del tiempo suelen estar sucios, con los asientos rotos, las ventanillas que no se abren en verano y no se cierran en invierno, con techos por los que gotea el agua de lluvia. Además, desde hace varios años no se controla la frecuencia de los coches ni la buena presentación del chofer. Por último –el dato no es menor desde hace varios años, el Tribunal de Faltas de la comuna no registra una sola entrada de boletas confeccionadas a los colectivos, los colectiveros o los empresarios, por las innumerables infracciones cometidas en a calle. ¿Quién no ha visto un colectivo pasar un semáforo en rojo, parar sobre la senda peatonal, realizar maniobras bruscas, entorpecer el tránsito, circular de contramano, andar a altas velocidades? Desde hace varios años, los inspectores de tránsito y transporte de la Municipalidad, tienen prohibido confeccionar boletas de infracción a los ómnibus en la ciudad.

Bienvenida la preocupación que en los últimos tiempos exhibe la Municipalidad por la seguridad de motociclistas y usuarios de remises. Pero escondida detrás de estos controles, está la voluntad de desalentar su uso para beneficiar a los dueños de las empresas de colectivos, cuyos choferes y empleados, hay que decirlo también, en la mayor parte de los casos trabajan por un mísero sueldo en negro, sin cobertura social ni jubilación ni seguros obligatorios.

A todo este panorama se le suma que desde las primeras horas del nuevo año los pasajeros que viajan en colectivo en Santiago, pagan su boleto con un 25 por ciento de aumento. La medida que fue escondida por la municipalidad hasta último momento. El anuncio llegó apagado (su repercusión) por los estruendos de fin de año. La noticia fue difundida por el reemplazante de Alegre en el Ejecutivo (el intendente está vacaciones) y su novedad acallada por casi todos los medios merced al pago de suculenta publicidad oficial. Hoy un empleado de comercio o quien trabaja en la administración pública o en cualquier empresa privada, si no tiene un ciclomotor, deberá restar un 25 por ciento de sus sueldo para destinarlo a pasajes, movilidad o como quieran llamarlo, achicando sus ingresos.

La nefasta decisión de Julio Alegre (obviamente que deberá ser refrendada por el Concejo Deliberante) fue la excusa que otros involucrados en el sector estaban esperando para atarse al carro triunfal de los transportistas. De esa manera casi en paralelo también aumentó el boleto de los colectivos que hacen viajes al interior y como un eco indoslayable los remiseros ya exigieron un aumento del 30 por ciento para sus tarifas. Además los dueños de transportes escolares ya están reclamando el aumento que les corresponde, todo esto, claro en el marco de la sinrazón autorizada por Alegre.Mientras los salarios no registran (ni registrarán según ya anunciaron desde las altas esferas) nuevos aumentos, viajar en la Madre de Ciudades se ha convertido en un servicio sólo para bolsillos privilegiados.Los transportistas llegaron a la ciudad con una serie de beneficios que hacían de esa empresa una verdadera prebenda. Incluso cuando los recorridos fueron acomodados para hacer más suculentas las ganancias (algo que no se puede cuestionar), muchos empresarios siguen recorriendo las calles con los mismos colectivos de 30 años atrás.

Si el servicio no mejoró del todo como se había prometido en un primer momento, es decir si siguen faltando unidades para que funcione las 24 horas del día y los siete días de la semana, si las frecuencias de algunas líneas siguen tan espaciadas como antes y muchos colectivos se quedan a mitad de camino por obsoletos, qué es lo que se está premiando con este aumento, se preguntan algunos.

Acciones del Intendente
La única respuesta para esta pregunta parece ser aquella que corre de boca en boca por la ciudad, “que el intendente Alegre tiene acciones en las empresas (Ersa) y por lo tanto el aumento no es más que una medida destinada a me.jorar su bolsillo para alimentar sus ambiciones políticas”.Pero al margen de las especulaciones políticas, cómo pegó el amento en la gente. Si un empleado de comercio antes gastaba cuatro pesos por día para llegar a su trabajo y volver consecuentemente a casa, ahora necesitará cinco pesos por jornada, lo que equivale a decir que deberá gastar 30 pesos por semana, es decir 120 pesos por mes. Salvo que deba hacer alguna combinación, en cuyo caso deberá renunciar a su empleo y buscarse algo más directo o bien un trabajo cerca de su casa. Estas cifras inciden gravemente en sueldos que muchas veces apenas rozan el salario mínimo dentro del sector.

Pero qué pasa si es docente. De movida necesita un colectivo para llegar al centro. Además deberá pagar el transporte que lo lleve hacia el interior, boleto que desde luego también aumentó al influjo de la decisión tomada por Alegre. Y en este caso sí, la erogación del boleto, no se equilibra con ninguno de los ítems que se paga en negro por la provincia.Pero hay más: una familia tipo tiene tres hijos (en Santiago es normal hasta cinco o seis), que desde luego van a la escuela y pagan boleto de colectivos, porque como todos sabemos se hacen barrios pero no se construyen escuelas cerca de donde vive la gente.

Así, cada pase de colectivos que costaba 35 pesos por mes, ahora registrará un valor un 25 por ciento más caro, que habrá que multiplicar por la cantidad de hijos de cada hogar santiagueño.Pero como no sólo de pan vive el hombre planteemos una situación un tanto exclusiva. Después de haber trabajado toda la semana, una familia tipo que vive en un barrio de la Capital decide visitar a los tíos, primos y sobrinos que viven en La Banda. De movida, padre, madre y seis hijos insumen 10 pesos para la ida al centro, más otros 10 pesos para llegar a la otra banda del río y desde luego todo esto multiplicado por dos. Así una simple excusión de unos pocos kilómetros le cuesta unos 40 pesos. Más barato le sale en remís, claro por ahora…

El presupuesto
Y si sumamos estas cifras, hallamos que el sueldo de un empleado de comercio (sólo por tomar un ejemplo) se verá comprometido el rubro pasaje de colectivos de la siguiente manera: 120 por mes para ir al trabajo, más 44 pesos del abono escolar que si se lo multiplica por cuatro hijos nos da 176 pesos; habría que agregar 10 pesos para el ama de casa, que una vez por semana viaja al centro, más el plus por esparcimiento que como ya vimos redondea unos 40 pesos. Todos estos valores sumados dan como resultado 346 pesos. Desde luego no se contaron las fiestas patrias, feriados largos, enfermedades que obliguen a transportarse más allá del presupuesto básico y la eventualidad de algún remís cuando el colectivo no llega a tiempo.
Parece poca cosa, pero se trata nada más que de viajar entre 50 o 60 cuadras de cualquier barrio al el centro y entonces sí, la cifra es demoledora. ¿Será verdad que Alegre tiene acciones en algunas empresas de colectivos? Imposible de probar esto hasta ahora, de lo que no hay dudas es que el intendente es más afín (“amigo íntimo”) de los empresarios del transporte, que de los vecinos que lo votaron.

No hay comentarios:

Publicar un comentario